miércoles, 5 de agosto de 2015

EL CUENTO DEL MES (AGOSTO 2015) : "HUYENDO DEL PASADO"


HUYENDO DEL PASADO

Una cortina de amarillento polvo le quitaba nitidez al escenario, donde, de una carreta, se descargaban maletas, cajas y algunos muebles.  Mientras los hombres introducían los bultos a la casa, la mujer que había llegado con ellos y con dos mujeres más, los contemplaba protegiéndose el rostro con un chal que el viento amenazaba arrancarle.
De esta manera se registraba la llegada de Mariana Sánchez (posteriormente conocida como Marianita) al puerto de la Buena Esperanza.  Venía cansada de tanto viajar y agobiada por la pena producida por la muerte del hombre a quien tanto había amado y que a su lado había combatido a favor de la causa independentista americana.  Llegaba a refugiarse en este lejano pueblo imponiéndose un auto exilio para vivir en soledad, buscando olvidar las traiciones e ingratitudes que había sufrido.
En cuestión de minutos los vecinos se agolparon en la vivienda, la que desde aquel día del año 1835 se convirtió en la morada de aquella extraña dama que irradiaba majestuosidad.
Como en todo pueblo pequeño, la presencia de aquellas mujeres generó curiosidad y especulaciones.  La gente se acercaba a ellas tratando de sonsacarles sobre su origen y el motivo de su llegada.  Marianita, sincera como era, les contestaba que venía huyendo de la envidia, de la mentira y de la traición.  A pesar de que podía jactarse de su heroísmo puesto de manifiesto al lado de su amante, un soldado de la libertad, jamás entró en detalles.  Inteligentemente revertía la situación y de interrogada pasaba a ser interrogadora; y de esa forma se enteraba de la idiosincrasia de la gente de esta parte de América.
Las visitas de muchos importantes personajes que Marianita recibía delataron lo que verdaderamente era aquella mujer, y esto generó el respeto y admiración de los pobladores que se sintieron honrados con su amistad.  Su belleza y gracia, sumados a sus cuarenta años, la hicieron el blanco de atenciones y galanterías de muchos caballeros que pusieron a sus pies su amor y su protección, lo que rechazaba con gentileza.  Ella estaba convencida de que ningún hombre en el mundo podría llenar el vació que la muerte de su amado había dejado en su alma, en su corazón, en su vida.  Para cubrir esa ausencia pasaba mucho tiempo leyendo las cartas que de su gran amor guardaba.
En la vida política y de miliciana, Marianita se había hecho acreedora de muchas condecoraciones y nombramientos que le significaban un ingreso económico, pero sus enemigos políticos se encargaron de bloquear estos beneficios, por lo que sus recursos económicos con los que había llegado al puerto empezaron a esfumarse, obligándola a recurrir a sus habilidades de repostería y de manualidades aprendidas en su infancia.  El tejido, el bordado, la elaboración de confites, tortas y mazapanes fueron los recursos que le solucionaron su diario sustento.  De pronto se vio bordando y tejiendo por encargo de familias adineradas, y sus hermosos trabajos se exhibieron dentro y fuera del ámbito porteño.  A  más de esta actividad convirtió su casa en una tienda donde se ofrecía cigarrillos, fósforos y otros menesteres.
De esta manera pasó casi los veintiún años que vivió en este apacible pueblo, hasta que en 1856 se desató una peste que día a día iba diezmando a la población y de la que fueron víctimas sus fieles sirvientas.  Con su soledad, con sus sesenta años de edad y con una vieja dolencia en la cadera, producto de una caída, su ánimo no podría ser de lo mejor.  La ausencia de sus queridas sirvientas y la peste que enloquecía a los pobladores le pusieron la voluntad por los suelos y los nervios empezaron a hacer mella en su buen juicio.  Se daba cuenta de lo grave de la situación, y el hecho de haber atendido a sus sirvientas que habían muerto prácticamente en sus brazos, la convertían en una apestada ante la comisión sanitaria, la que seguramente no tardaría en quemar sus bienes y a ella la trasladarían al lazareto que funcionaba a la afueras del pueblo.
Antes de que aquello sucediera, un día esperó que llegara la medianoche, se vistió con su mejor traje y tomó el camino del zanjón, que a esa hora se encontraba sumido en la oscuridad.  A lo lejos, la luz de los faroles agonizaba proyectando una débil penumbra y los perros aullaban a su paso.  Para llegar a la playa tenía que atravesar cinco calles y mientras lo hacía fueron desfilando por su mente pasajes de su vida, especialmente los vividos al lado del hombre a quien tanto amó.  Recordaba el momento en que lo conoció cuando de manera triunfante éste llegó a su añorado pueblo, luego cuando se enamoraron en aquel baile de gala que se organizó para reconocerle su condición de héroe.  Revivía la emoción de su entrega en cuerpo y alma para gozar ambos de las pasiones que les dictaba la naturaleza.  Recordaba cómo, sorprendidos en la cama, ella semidesnuda y con espada en mano, hacía frente a los traidores que trataban de matar a su hombre.
El ruido de las olas la despertó de su ensueño y fue el momento en que con escondida energía subió al muelle y cuidadosamente bajó hasta un bote, lo desató y bogó hacia alta mar.  Calculó que ya estaba muy lejos porque las luces de los faroles eran imperceptibles.  Sus pies tropezaron con unas piedras y herramientas a las que fue colocando en su ancha falda cuyo extremo ató a su cintura.
Momentos después las frías aguas recibían el cuerpo de aquella mujer que peleó a favor de los ideales de libertad y de justicia al lado del hombre que siempre soñó en convertir a todo un continente en una sola nación.
Cuando la buscaron en medio de la confusión y del pánico que causaba la peste, todos creyeron que aquella mujer había sido infectada y su muerte era una más de las tantas que ocurrían diariamente.  Además creyeron que su cuerpo había sido sepultado en algún cerro de los que rodeaban la bahía, creencia que, con el paso del tiempo, se fue desvaneciendo al haber fracasado todo intento de ubicar sus restos.

La Huaca, 1° de agosto del 2015.

UNA CORTINA DE AMARILLENTO POLVO LE QUITABA NITIDEZ AL ESCENARIO, DONDE, DE UNA CARRETA, SE DESCARGABAN MALETAS, CAJAS Y ALGUNOS MUEBLES.UNA CORTINA DE AMARILLENTO POLVO LE QUITABA NITIDEZ AL ESCENARIO, DONDE, DE UNA CARRETA, SE DESCARGABAN MALETAS, CAJAS Y ALGUNOS MUEBLES.
VENÍA CANSADA DE TANTO VIAJAR Y AGOBIADA POR LA PENA PRODUCIDA POR LA MUERTE DEL HOMBRE A QUIEN TANTO HABÍA AMADO Y QUE A SU LADO HABÍA COMBATIDO A FAVOR DE LA CAUSA INDEPENDENTISTA AMERICANA.VENÍA CANSADA DE TANTO VIAJAR Y AGOBIADA POR LA PENA PRODUCIDA POR LA MUERTE DEL HOMBRE A QUIEN TANTO HABÍA AMADO Y QUE A SU LADO HABÍA COMBATIDO A FAVOR DE LA CAUSA INDEPENDENTISTA AMERICANA.
A PESAR DE QUE PODÍA JACTARSE DE SU HEROÍSMO PUESTO DE MANIFIESTO AL LADO DE SU AMANTE, UN SOLDADO DE LA LIBERTAD, JAMÁS ENTRÓ EN DETALLES.A PESAR DE QUE PODÍA JACTARSE DE SU HEROÍSMO PUESTO DE MANIFIESTO AL LADO DE SU AMANTE, UN SOLDADO DE LA LIBERTAD, JAMÁS ENTRÓ EN DETALLES.
DE PRONTO SE VIO BORDANDO Y TEJIENDO POR ENCARGO DE FAMILIAS ADINERADAS, Y SUS HERMOSOS TRABAJOS SE EXHIBIERON DENTRO Y FUERA DEL ÁMBITO PORTEÑO.  A  MÁS DE ESTA ACTIVIDAD CONVIRTIÓ SU CASA EN UNA TIENDA DONDE SE OFRECÍA CIGARRILLOS, FÓSFOROS Y OTROS MENESTERES.DE PRONTO SE VIO BORDANDO Y TEJIENDO POR ENCARGO DE FAMILIAS ADINERADAS, Y SUS HERMOSOS TRABAJOS SE EXHIBIERON DENTRO Y FUERA DEL ÁMBITO PORTEÑO. A MÁS DE ESTA ACTIVIDAD CONVIRTIÓ SU CASA EN UNA TIENDA DONDE SE OFRECÍA CIGARRILLOS, FÓSFOROS Y OTROS MENESTERES.
…HASTA QUE EN 1856 SE DESATÓ UNA PESTE QUE DÍA A DÍA IBA DIEZMANDO A LA POBLACIÓN Y DE LA QUE FUERON VÍCTIMAS SUS FIELES SIRVIENTAS.…HASTA QUE EN 1856 SE DESATÓ UNA PESTE QUE DÍA A DÍA IBA DIEZMANDO A LA POBLACIÓN Y DE LA QUE FUERON VÍCTIMAS SUS FIELES SIRVIENTAS.
EL RUIDO DE LAS OLAS LA DESPERTÓ DE SU ENSUEÑO Y FUE EL MOMENTO EN QUE CON ESCONDIDA ENERGÍA SUBIÓ AL MUELLE Y CUIDADOSAMENTE BAJÓ HASTA UN BOTE, LO DESATÓ Y BOGÓ HACIA ALTA MAR.EL RUIDO DE LAS OLAS LA DESPERTÓ DE SU ENSUEÑO Y FUE EL MOMENTO EN QUE CON ESCONDIDA ENERGÍA SUBIÓ AL MUELLE Y CUIDADOSAMENTE BAJÓ HASTA UN BOTE, LO DESATÓ Y BOGÓ HACIA ALTA MAR.

LA HUACA DE ANTES : "EL CHALET"

Dedico este artículo al Dr. Antonio Mabres Roselló, en merecimiento al interés que demuestra por las cosas de mi pueblo.

"EL CHALET"[1]

            Nadie sabe cuándo fue construido.  Da la impresión que siempre ha estado ahí como una construcción extraña, diferente a todas las casas del peblo de La Huaca.  El paso de los años se nota en cada rincón de su singular figura, pero él está ahí, en la calle Ferrocarril, como vestigio de una época pasada.  Ingresar a sus aposentos de crujientes pisos hechos de madera es como trasladarse al tranquilo ayer para ponerse a trabajar con la imaginación.  Los hombres de ayer lo llamaban “El Chalet”, los de tiempos recientes lo llamaron “El Palomar”.
            El acucioso investigador huaqueño, don Pedro Sarango Ojeda, sobre este edificio dice que según testimonio escrito de fecha 1909, el más antiguo encontrado hasta el momento, estaba ubicado en la calle Ferrocarril sin número teniendo los límites siguientes:  Por el Norte, la calle Ferrocarril; por el Sur, la fábrica de aceite de propiedad de don Eloy M. Palacios y después de la Empresa Paredes Hnos.; por el Este, callejón de por medio, con propiedad de Francisco Farfán y otro solar, y por el Oeste, con propiedad de Josefina Castillo, N. Arica y otros.
            La casa –sigue don Pedro Sarango- que por aquel entonces es descrita en estado ruinoso, constaba de 8 piezas habitables, un solar, una bodega, instalaciones para una “despepitadora”, desmotadora y prensa manual para algodón.
            En el mismo documento se expresa que el inmueble es propiedad de la firma Alejandro Blacker y Cía. con sede en Paita.  La operación de compra-venta es hecha por el liquidador de esa firma don José María Raygada Oyarzabal, siendo comprador don Pedro Eugenio Raygada Arrese, constituyendo este documento la regularización de la transacción por no existir otros documentos anteriores.
            En el año 1916 este inmueble pasó a ser propiedad de Pedro Miguel Raygada Talledo, heredero universal testamentario del anterior.
            En 1972, los herederos de Raygada Talledo: Silvia Eugenia Raygada Camino, Pedro Eugenio Raygada Camino y Eduardo Augusto Raygada Camino son dueños de la finca que, en 1975, venden el actual propietario don Rodolfo Arca Sosa.
            Se presume, por las versiones recogidas de pobladores de edad avanzada en el pueblo, que “El Chalet” habría sido mandado a construir por el Gobierno Británico para que sirviera de sede de una agencia o representación consular o comercial en La Huaca, la misma que pudo haber sido ejercida por don Alexander Blacker, casado o hermano de Mary o María Luisa Blacker, cuyo nombre, bastante borroso, aún se puede apreciar en la base de la pila bautismal existente en la iglesia de La Huaca, por haber sido ella la donante de dicha pila.  También se cree que esta agencia británica fue ejercida por don John Adams, casado con Francis Barny (o Verry)
            En 1935 figura también como interesada en conocer la situación legal del inmueble doña María León viuda de Blacker.
            La versión recogida oralmente, que atribuye a Pedro Raygada Arrese la construcción del inmueble, queda descartada por cuanto la casa o “El Chalet” existía desde tiempo anterior.  Lo que sí es posible es que don Pedro Raygada Arrese, hubiera mandado a construir en Miraflores, siguiendo las líneas arquitectónicas de “El Chalet”, la casa-hacienda conocida como “La casa de doña Armenia”, su esposa, que residió en ese lugar.  Este inmueble desgraciadamente desapareció a fines de 1997 en un incendio no esclarecido.
            Hacia fines del siglo XIX La Huaca era un centro comercial de gravitante importancia para el departamento de Piura.  En el pueblo existían agencias de firmas como Hilbeck, Milne, Figallo, por citar los más conspicuos exportadores de algodón, aceites de pepita de algodón e higuerilla, cueros, carbón de leña y muchos otros productos, mientras que recibía productos de importación europea.
            Finalmente don Pedro Sarango Ojeda se pregunta, y con él el pueblo huaqueño,  ¿en ella funcionó una agencia comercial británica?  ¿Fue representante de esa agencia en La Huaca don Alexander Blacker?,  ¿Don John Adams? ¿otros ciudadanos ingleses?
            ¿Fue la edificación (“El Chalet”) mandado a construir por el Gobierno Británico?
            Esas y otras incógnitas quedan flotando en sus ambientes que se baten heroicamente contra la vejez y las inclemencias del tiempo.
            Contaba la gente antigua que durante la Guerra con Chile (1879) este edificio sirvió como asilo de las jóvenes que sus padres enviaban ahí para protegerlas de los abusos que los soldados chilenos cometían, pues éstos no podían ingresar al edificio porque ahí flameaba la bandera británica. Podría decirse que el chalet fue el "Refugio de las vírgenes".
En la década de los años cuarenta, cuando la Compañía de Pontoneros del ejército peruano se acantonó en La Huaca como estrategia en su conflicto con Ecuador, utilizó estas instalaciones para albergar a sus oficiales.  
            Sería conveniente que alguna entidad empresarial o el municipio local colaborara en la restauración de este edificio, previo convenio para que una de sus habitaciones se usara como sala de exposiciones, etc. ya que pende sobre él la amenaza de de una total y pronta destrucción.

La Huaca, 25 de julio del 2015.


[1] Este artículo ha sido tomado íntegramente del artículo titulado “El Chalet de La Huaca” escrito por el Coronel ( r ) PNP Pedro Sarango Ojeda, editado el año 1998.

LITERATURA EN PAITA - “CUENTOS DEL CERRO AZUL” : UN LIBRO CON MAGIA Y TRADICIÓN

LITERATURA EN PAITA - “CUENTOS DEL CERRO AZUL” : UN LIBRO CON MAGIA Y TRADICIÓN

ADVERTENCIA: Esta apreciación de la obra “Cuentos del cerro azul” de Vidal Rivas Castillo, la realizo en mi condición de un simple  lector.
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Luego de concluida la lectura del libro“CUENTOS DEL CERRO AZUL” del escritor y poeta paiteño, prof. Vidal Rivas Castillo, uno se queda colgado de la ansiedad de continuar refundiéndose en aquel mundo enigmático y lleno de magia al que nos conduce su autor al narrar una serie de cuentos y leyendas tomados de la oralidad paiteña, con lo que se ha logrado poner en claro la riqueza que en tradiciones atesora el puerto de Paita.
            La oba de Vidal Rivas cobra mayúscula importancia porque en estos momentos en que los adelantos científicos y técnicos han desplazado al romántico arte de contar historias, poniendo en vías de extinción a la narrativa oral y tradicional, él (Vidal) ha hecho una magnifica recopilación de esta narrativa que resucita, de forma escrita, lo vivido por el pueblo paiteño a través de su historia.
            Empezar a leer “CUENTOS DEL CERRO AZUL” es renunciar a cualquier otro entretenimiento para concentrarse y embarcarse en un viaje a la fantasía que nos hace emprender Vidal Rivas, abriéndonos la puerta de ese mundo con “La campana y la corona de oro de la Virgen”, narración que no sólo tiene de fantasía sino de historia, lo que habla muy claramente de la inclinación docente que lleva en la sangre el autor.  Se nota que en esta obra, Vidal Rivas ha dejado de lado su propio estilo, ha prescindido de su erudición literaria para pasar a describir los acontecimientos tal como los ha escuchado del pueblo, con esa manera de expresarse del poblador paiteño; y esto es un buen logro, pues ha rescatado términos muy ricos e inusuales.
            De manera inteligente, el escritor envuelve al lector cautivándolo con términos que magnifican los acontecimientos, ya que recurre a adverbios con morfemas de grado superlativo, adverbios terminados en “mente”, adjetivos poco frecuentes y en desuso, todos ellos en grado superlativo absoluto y que alternan con formas populares muy usados en la oralidad de los paiteños, algunos de ellos no aceptados por la Real Academia Española. (Ciertísimo, normalísimo, abundantísimo, ciertísimamente, insoportabilísimo, reconditeces, terribilidad, espectaculación, limpidez, olvidamiento, imperpetuas, odiante, soportabilidad, entreveramiento, horribilidad, principalía, etc.)
            “CUENTOS DEL CERRO AZUL” reúne una serie de cuentos y leyendas extraídas de labios de los “abuelos de ayer” y que sucedieron en “los tiempos de antes”, - según dice Vidal- lo que es una garantía de veracidad porque los narradores han sido de carne y hueso, y algunos aún viven, los mismos que han tenido la gentileza de transmitir estos hechos insólitos para la ágil pluma de Vidal Rivas, quien los ha plasmado en este bello libro para heredarlo a la posteridad, misión loable que ha hecho que el pueblo contraiga una deuda con este prolijo escritor.
            Los veintidós cuentos que componen esta obra, encierran la más pura intensión de dar a conocer, en un estilo sencillo, una serie de acontecimientos que rayan en lo mágico, en lo enigmático, en lo fantástico, en lo singular y en lo extraordinario, pero que, sin embargo, deja en el lector un margen para la duda, pues Vidal Rivas, les ha dado hábiles pinceladas de su oficio literario.  Para los lectores escépticos, este libro habrá sido solamente un magnifico logro literario, pero no podrán negar que con él se ha logrado describir la identidad e idiosincrasia del poblador de Paita, lo que hay que conservar y respetar.
            Hubiese sido terrible para los paiteños, especialmente para la niñez y juventud, que estas tradiciones, folklor, costumbres, etc. de Paita quedaran sepultadas bajo el polvo del olvido, pero gracias al tesón, a la enjundia, y a esa gran dosis de amor por su pueblo que tiene Vidal Rivas, se ha hecho posible esta recopilación, con lo que se ha evitado una catástrofe.  Esta obra es el complemento de otras del mismo autor, como “Paita, Mito y Leyenda”“Tradiciones”“Costumbres”“Creencias de mi tierra”“Leyendas Paiteñas”, las que he tenido la suerte de leer, las mismas que forman la saga de libros que debe tener todo buen paiteño o amante de la cultura.
            No quiero terminar esta humilde apreciación que, como lector, hago de “CUENTOS DEL CERRO AZUL” sin referirme a su autor, el prof. Vidal Rivas Castillo. Huelgo de su biografía porque estoy seguro que es muy conocida por su condición de profesor y buen amigo, para trasladarme a comentar su gran espíritu pedagógico que lo demuestra cotidianamente ilustrando a la gente, no precisamente dentro de una aula sino en plena calle, hasta donde acuden alumnos primarios, secundarios, y personas ávidas del conocimiento y, sobre todo, buscando correr el telón que ponga en claro los orígenes, las costumbres, el folklor, los mitos, las leyendas y la historia de Paita.  Ellos no se equivocan porque Vidal Rivas es el acucioso investigador del génesis de Paita, el curioso buscador del modo de vivir porteño y el difusor de las creencias y de los anhelos de este puerto histórico y generador de riquezas.  Con ese bagaje de conocimientos brinda a sus oyentes y contertulios, de manera didáctica, la claridad, la luz y la belleza de una realidad que ha estado cubierta por la indiferencia.
            Tal vez Vidal Rivas empezó como un loco predicando en el desierto o arando en el mar, pero poco a poco sus escritos han ido haciendo eco en los que bien quieren a Paita, y su obra se ha ido difundiendo, aunque no con la celeridad con la que este hombre de letras hubiera querido.
            Creo que no es justo que el colosal trabajo emprendido hace mucho tiempo por Vidal no tenga el apoyo de las empresas o las autoridades, quienes están en el deber de apoyar y difundir el arte y la cultura de los pueblos.
            Hay que loar la labor que desde una vereda del antiguo zanjón de Paita, este hombre pone en forma cotidiana al alcance de todos toda su obra histórica y literaria hecha de una manera rústica, manual y de limitado tiraje.  Eso, precisamente eso, hace que los libros de Vidal Rivas Castillo sean de colección, singulares, únicos, y que además sean ilustrados con imágenes o dibujos hechos por él mismo. La edición de sus obras tienen un tiraje mínimo, lo que  priva a los colegios y lectores de los distritos y caseríos paiteños de gozar de esas historias, leyendas, anécdotas, relatos, costumbres y “habla” singular, que son propios de aquella patria chica que se llama Paita.
            Son muchos los merecimientos de este MAESTRO para que sus obras sean auspiciadas y editadas por las empresas o el Municipio, con lo que, además de realizar un acto de justicia, se perennizaría un pasado y un presente a los que la provincia de Paita (actual y futura) no podrá darles la espalda. 
La Huaca, 22 de julio del 2015.

EL ESCRITOR Y POETA PAITEÑO VIDAL RIVAS CASTILLOEL ESCRITOR Y POETA PAITEÑO VIDAL RIVAS CASTILLO
PAITA DE ANTAÑOPAITA DE ANTAÑO
PAITA ANTIGUA, INSPIRACIÓN DE VIDAL RIVAS CASTILLOPAITA ANTIGUA, INSPIRACIÓN DE VIDAL RIVAS CASTILLO
FERROCARRIL DE ANTAÑO QUE CUBRÍA LA RUTA PAITA - PIURAFERROCARRIL DE ANTAÑO QUE CUBRÍA LA RUTA PAITA - PIURA
PAITA ANTIGUAPAITA ANTIGUA
PAITA DE ENSUEÑOPAITA DE ENSUEÑO

"LA HUACA" Nº 35 - MES JULIO 2015

LOS 131 AÑOS DE LA I.E.Nº. 14760 “VICTORIA AUGUSTA VILELA ASTUDILLO”
                El 13 del presente mes de Julio se ha celebrado en La Huaca, el 131 Aniversario de la Institución Educativa Nº 14760 “Victoria Augusta Vilela Astudillo”, aniversario que ha estado lleno de entusiasmo, música y colorido, lo que ha puesto muy feliz a nuestro pueblo, habiendo participado en la “Algarabía”, en el Reinado, en el Paseo de antorchas, en la Serenata, en la  Ceremonia Central, en el Desfile y en las Comparsas. Este último acto es digno de alabanza por el colorido, la gracia, el orden y la alegría que los alumnos de esa laboriosa Institución pusieron para instruirnos sobre las diferentes culturas del mundo.

                Como se sabe, esta escuela empezó a funcionar como “Escuela Primaria para Niñas” a iniciativa del Concejo Distrital presidido por su alcalde don Gertrudis Montero de la Paz, un 21 de julio de 1884 bajo, la Dirección de la señorita Ermelinda Achútegui, dictándose los cursos de Religión, Historia, Gramática, Aritmética, Higiene, Urbanidad y Costura; y los días sábados se practicaban oraciones y rosarios.
                Esta escuela tuvo una positiva evolución: En 1912 dicha escuela aparece como “Escuela Fiscal Nº 122” y en ella tuvo destacada participación la educadora Victoria Augusta Vilela Astudillo, actuación que fue reconocida posteriormente. En 1961 se le asignó el Nº 24 y se trasladó de su antiguo local en la calle Grau (casa hoy de los herederos de la Sra. Eclaudina Talledo Merel) al local que actualmente ocupa y que empezó funcionando como “Centro Educativo de Mujeres Nº. 14760”, para luego ser designada con el nombre de “Victoria Augusta Vilela Astudillo” cuando el 13 de febrero del 2002, por Resolución Directoral Sub Regional Nº 00293 de la Dirección Sub Regional de Educación “Luciano Castillo Colona” se le designó a esta escuela con el nombre de esta educadora que trabajó positivamente desde el año 1910 hasta 1925, pues su muerte se produjo el 13 de julio de ese año.  Esta es la razón por la que se ha tomado dicha fecha para celebrar el aniversario de esta Institución Educativa.
                Después de hacer esta pequeña historia de la escuela, me permito incluir una serie de fotografías sobre este 131 aniversario.


FIESTA PATRONAL
                Bajo la organización del Consejo Pastoral – Parroquia Santa Ana, se ha iniciado ya la festividad en homenaje a Santa Ana, Patrona de la Villa de La Huaca, con la Marcha de Algarabía llevada a cabo el día sábado 18 de julio a horas 8 de la noche. Le seguirán Concurso de Platos Típicos, Mañana Deportiva – Volleyball Mixto Inter Distrital,  Concurso de Marinera (categorías Infantil y juvenil) (19 julio) Quinario en homenaje a Santa Ana (20 al 24 julio) Ginkana  (24 julio) Vísperas y Serenata de Aniversario (25 julio) Día Central: Misa de Fiesta, Procesión de la Patrona de la Villa, Santa Ana (26 julio) Paseo de Comparsas (30 julio)
                Santa Ana tiene un gran significado en el pueblo de La Huaca debido a que desde la época colonial (1702) se puso a La Huaca bajo la advocación de dicha santa a la que viene venerando desde hace 313 años.
                Del Archivo Departamental de Piura se ha rescatado el dato de que en 1830 la Cofradía de Santa Ana estaba conformada por el Primer Mayordomo, don Vicente Noriega; Segundo Mayordomo, don Dionisio Olaya; Primer Prioste, don Jacinto García; Segundo Prioste, don José Díaz.  En 1833 la cofradía estuvo a cargo de Gaspar Cánova, y en 1834 a cargo de Mateo del Rosario. Un destacado Presidente de la Sociedad de Santa Ana fue don Leonidas Arica Medina (década de 1930)
                Entre otros presidentes están don Florencio Guzmán Parietón, Juan Macalupú Mendoza, Francisca Palomino de Zapata, etc.


LA HUACA ESTÁ ESTRENANDO UNIDAD MÓVIL
                La Municipalidad de La Huaca que preside el Ingº José Gabriel Talledo Peña acaba de adquirir un ómnibus, el mismo que será destinado para beneficiar a la Educación y la Cultura del distrito, según reza la leyenda que exhibe esta moderna unidad.


LOS “ZUÑIGANOS” SE ENTUSIASMAN CON LAS “BODAS DE ORO” DE SU COLEGIO

                Este año la Institución Educativa “Manuel Pío de Zúñiga y Ramírez” estará cumpliendo 50 de su creación, y ante tan magno acontecimiento ya se escuchan trompetas que despiertan el ánimo de los “zuñiganos” y del distrito entero, pues ellos le deben mucho a esta institución que los ha forjado como unos buenos ciudadanos y como buenos profesionales que prestan sus servicios en los diversos estamentos de nuestra patria.
                Como hijos de La Huaca, compartimos, ya vivimos y seguimos cada uno de los movimientos de la Comunidad del “Manuel Pío de Zúñiga y Ramírez”.  Por eso nos hemos enterado que la Asociación de Ex Alumnos fundada el 26 de abril del presente año y que preside el Prof. Arturo Velaochaga Sarango, Ex Alumno y Ex Profesor de esa Alma Mater, ha firmado contrato con la afamada orquesta “Agua Marina” para que anime el Baile de Gala por las “Bodas de Oro”.
                Entendemos que el compromiso contraído por esta Asociación es de mucha responsabilidad.  Se quiere celebrar en grande este bonito acontecimiento, pero hay que ser consecuente con la Asociación y tratar de ayudarla; y la manera de hacerlo es adquiriendo una entrada para dicho baile, especialmente los ex alumnos, ex alumnas, trabajadores y ex trabajadores de esa entidad educativa, gesto que será como una retribución a lo que el colegio ha hecho por la sociedad distrital de La Huaca.
                ¡Ahí estaremos. La fiesta es nuestra, la fiesta es del pueblo!
Estaré preguntando a la Comisión si es que tienen alguna cuenta u otro medio, con el fin de que los ex alumnos puedan colaborar desde el lugar donde se encuentren, o desde donde lata un corazón “zuñigano”.

La Huaca, 19 de julio del 2015.


LA PROFESORA VICTORIA AUGUSTA VILELA ASTUDILLOLA PROFESORA VICTORIA AUGUSTA VILELA ASTUDILLO
LOCAL DE LA I.E. 14760 "VICTORIA AUGUSTA VILELA ASTUDILLO"LOCAL DE LA I.E. 14760 "VICTORIA AUGUSTA VILELA ASTUDILLO"
SOBERANAS DEL 131 ANIVERSARIO: REINA DE ANIVERSARIO: kATHIAL GONZAGA VARGAS. REINA DE SIMPATÍA: MAYLÍ CURAY TRINIDAD.  REINA DEL DEPORTE: KRISTEL MAURICIO VARGAS. REINA DEL NIVEL INICIAL: ARIANA CARRILLO MACALUPÚ.SOBERANAS DEL 131 ANIVERSARIO: REINA DE ANIVERSARIO: kATHIAL GONZAGA VARGAS. REINA DE SIMPATÍA: MAYLÍ CURAY TRINIDAD. REINA DEL DEPORTE: KRISTEL MAURICIO VARGAS. REINA DEL NIVEL INICIAL: ARIANA CARRILLO MACALUPÚ.
La Municipalidad de La Huaca que preside el Ingº José Gabriel Talledo Peña, acaba de adquirir un ómnibus, el mismo que será destinado para beneficiar a la Educación y la Cultura del distrito, según reza la leyenda que exhibe esta moderna unidad.

.La Municipalidad de La Huaca que preside el Ingº José Gabriel Talledo Peña, acaba de adquirir un ómnibus, el mismo que será destinado para beneficiar a la Educación y la Cultura del distrito, según reza la leyenda que exhibe esta moderna unidad. .

EL TERCER ANIVERSARIO DE MI FACEBOOK

EL TERCER ANIVERSARIO DE MI FACEBOOK 
            Un día como hoy, el 17 de julio del año 2012, salió al aire mi primer artículo publicado en mi facebook (Pablo Enrique Medina Sanginés), creado por sugerencia y motivación de mi nieta Esmirna Dunca Medina Calderón, y que luego se sumaron a esta labor otros nietos, como Paolo Di´Stefano Herrera Medina y Pablo Enrique Medina Herrera, los que al igual que Esmirna Dunca, se han convertido en el equipo de asesoramiento haciendo, de esta forma, realidad lo que me he propuesto, que es llegar a todos mis amigos para informarlos sobre mi pueblo, La Huaca, aunque creo que voy a sufrir una baja en el equipo con el matrimonio de Esmirna Dunca quien se casa el 24 del presente mes.
            Quiero celebrar este acontecimiento, volviendo a publicar el artículo con el que inauguré este espacio, titulado: “Sol y Arena” de La Huaca en el año de sus “Bodas de Plata”, y con mi agradecimiento a las personas que, al leerlo, me marcaron un “me gusta”, como Luis Cherres, Emiliano Sernaqué Timaná, Juan Ávila Medina, Rolando Price Ramos, Fanny Barrientos Astudillo, Ana Alicia Vargas Villarreal, Paola Rojel Barrientos, I.E. Victoria Augusta Vilela Astudillo y Pablo Enrique Medina Calderón. De igual forma agradezco a los que gentilmente comentaron, como Liliana Arévalo, Jorge Oswaldo Taboada Palomino, Cecilia Ayón, Wílton Neyra Mendoza, Lucy Ruiz Negrón y José Elías Guzmán.
            También agradezco a las personas que se han dignado leer todo aquello que he publicado a lo largo de estos tres años, a los que hicieron sus comentarios, me han marcado con el simpático “me gusta” o han lanzado algún ícono que signifique aprobación.
            Como se habrán podido darse cuenta mis amigos lectores de esta página, he tratado, de preferencia, tocar aspectos históricos, culturales, artísticos, noticiosos, etc., procurando no tocar mucho sobre política para no generar incomodidades y porque la política no es mi fuerte.
            Agradezco también a aquellas personas que, no teniendo acceso a internet, acuden a mí para solicitarme usar algún artículo que haya publicado y que guardo físicamente en tomos anuales, los mismos que están a su entera disposición en mi domicilio de calle Grau Nº. 152 – La Huaca.
            Para finalizar quiero hacer saber a las personas que solicitan mi amistad y no les he aceptado, ello se debe que se presentan con nombres disfrazados o seudónimos difíciles de identificar.  Si aparecen algunos en mi lista de amigos se debe a que personalmente se han identificado y sé quien se esconde bajo ese curioso nombre.

La Huaca, 17 de julio del 2015.



  
A continuación, el primer artículo que publiqué en mi facebook, hace 3 años:
FOTOGRAFÍA DE AÑOS ATRÁSFOTOGRAFÍA DE AÑOS ATRÁS
“SOL Y ARENA” DE LA HUACA EN EL AÑO DE SUS “BODAS DE PLATA”
Este año se están cumpliendo las “Bodas de Plata” del Sonido Musical “Sol y Arena” de La Huaca, el que nació como Conjunto Musical el 29 de junio de 1987.  Integraban esta agrupación musical: Hamlet Humberto Medina Herrera (Director – Órgano eléctrico) Fernando Calderón Rivas (Primera guitarra) Francisco Sevedón Sánchez (Guitarra bajo) Luis Imán (Tumbas) Marcos Sarango Ríos (Batería) Pedro Imán (Güiro), Dennis Talledo (Pandereta) Eleodoro Imán (Primera voz) Ronal Alburqueque (segunda voz). 
Este grupo se inició con un instrumental y equipo básico que poco a poco se fue incrementando.  Por este conjunto pasaron muchos jóvenes, entre ellos, Tito Omar Medina, Enrique Andrade, “Toño” Hidalgo, Víctor Avilés, “Carioca” Orejuela, “Lucho” Cosme, Oscar Torres, “Lucho” Macalupú, Sixto Castillo, “Lucho” Talledo, “El sambo” Avilés, “Vico” Valdiviezo, Abel Silupú, Jesús Mauricio, Guillermo Rivas, Andrés Macalupú, y muchos que se escapan a la memoria, a los que se saludan en esta fecha.
Luego, debido a la crisis económica que vivió el país en la década de los 90, la orquesta se desintegró y se convirtió en “Sonido”, que conserva el mismo nombre, el que actualmente está a cargo de Hamlet H. Medina H.

La Huaca, Junio del 2012


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UN LIBRO CON OLOR A CAMPO

ADVERTENCIA: Esta apreciación de la obra “El Santo Papita y otras historias populares” de Juan Avila Medina, la realizo en mi condición de un simple  lector. 

ADVERTENCIA: Esta apreciación de la obra “El Santo Papita y otras historias populares” de Juan Avila Medina, la realizo en mi condición de un simple  lector. 

UN LIBRO CON OLOR A CAMPO

El libro “EL SANTO PAPITA Y OTRAS HISTORIAS POPULARES” nos hace voltear el rostro hacia el lugar donde se produjeron los acontecimientos que en esa obra de sesenta páginas nos narra su actor Juan Ávila Medina.  Y sorprende que el escenario sea un pueblo que, como distrito, tenga menos de un siglo de existencia, pero sin embargo tiene mucho que contar.  Esto se explica porque aquel poblado está ahí desde mucho antes.  Tamarindo, cuando no se llamaba así era parte de la parcialidad del cacique Amotaxe o pertenecía al cacicazgo de La Chira, campos regados por el caprichoso río Turicarami, hoy llamado Chira.  Luego con la invasión hispana se convirtió en una pampa que fue también como se le conoció, hasta que, según cuentan, la fertilidad del valle hizo nacer un árbol de la familia de las fabáceas, de origen africano: el tamarindo, cuya presencia sirvió de faro, de guía, de sombra, de oasis de los caminantes, arrieros, mercachifles y comerciantes que se daban cita en él para iniciar sus operaciones en los diversos poblados.  Gracias a la bondad del clima del lugar la gente empezó a poblarlo y a llamarlo tal como aquella planta que quizá se convirtió como su tótem o su árbol tutelar: TAMARINDO.
            Mucho ha progresado Tamarindo en estos últimos tiempos. Se ha construido mucho, pero creo que nada se estaba haciendo por el rescate y reconstrucción de esa larga tradición e historia que viene desde más allá de los orígenes del distrito, hasta que un hijo de ese pueblo tomó la pluma, recurrió a su memoria, a la de sus ancestros y a la de los viejos tamarindeños y convirtió la oralidad en palabra escrita, lo que garantiza que lo tradicional, lo folklórico, lo mágico, lo fabuloso, lo religioso, etc. que tiene Tamarindo no se perderá.  Me imagino lo que le habrá costado a Juan Ávila Medina sacar a la luz este libro el mismo que las propias autoridades deben multiplicar y divulgar.
            Juan inicia su libro con el cuento “El animita desconocida” recurriendo a la importancia que en los “pueblos pequeños” se le da a la espiritualidad, convirtiéndola en una especie de fe y religiosidad; tanto que para sepultar a un desconocido los vecinos hacen colectas; y por las circunstancias de esta muerte comenzaron a tenerle fe a la “animita” hasta convertirla en objeto de veneración.  Tengo la seguridad que el personaje llamado “El loco Infante” ha sido de carne y hueso por la forma como el autor lo describe, añadiéndole una dosis de gracia y picardía para terminar con el arrepentimiento, propio de la gente de estos pequeños pueblos como Tamarindo.
            En el segundo y tercer cuento “El viejo regador” y “El fantasma gigante”, respectivamente, Juan hace de la medianoche el personaje principal, pues a esa “hora pesada” se generan los acontecimientos más fantásticos e increíbles que tienen que ver con el más allá.  En el segundo se aprecia la presencia de ánimas bondadosas que están prestas a ayudar, mientras que en el tercero se nota la presencia de las que asustan y que los padres utilizan estos rumores como moraleja o lección para corregir aficiones o costumbres nada sanas de los muchachos.
            El escritor y poeta paiteño Vidal Rivas Castillo en su último libro titulado “Antología de escritores paiteños” publicado en diciembre del 2012, ha considerado a Juan Ávila Medina con el cuento “El fantasma gigante”; y eso es positivo en la carrera literaria de este emergente tamarindeño.
            Con “El ánima del callejón de Guan”, Juan Avila confirma la teoría muy difundida en esta zona que señala que cuando “el muerto” “pena” es porque ha dejado algo enterrado.  Muchas veces “el muerto” da señales a alguien para indicarle dónde están enterrados sus bienes.  Se cuenta que ha habido personas que se han enriquecido con algunos de estos entierros.  En el caso del cuento de Juan, su personaje, el “mocho Robert” se benefició con varias herramientas y, por otra parte, el ánima descansó en paz.
            “La piedra de mortero” es sustraída por Juan Ávila, del marco de la tradición oral tamarindeña y lo ha hecho de una manera artística.  Como es un  relato de un hecho asombroso pero que mantiene un vínculo cronológico y topográfico con la realidad hay que clasificarlo como género narrativo de leyenda.  Esta leyenda tiene una fuerza telúrica que por lo general seduce al hombre, ya sea con riquezas, mujeres hermosas o con tesoros para “encantarlo”, en lo que, por lo general, tiene que ver mucho el demonio, pero que siempre está la contrapartida, como en el caso de esta leyenda que sale como protector de la víctima la parte buena o santa, entablándose la eterna lucha entre el bien y el mal con el saldo casi siempre favorable al bien o Dios.
            A mitad de su libro, Juan hace un alto a lo fantástico y regala a sus lectores un cuento titulado “Mi burrito negro” que es una pieza sentimental cargada de afecto y que es una vivencia personal en la que prima la ternura y en la que se puede apreciar que los 43 años de edad que tiene el narrador-autor del cuento,  no lo dispensa ni lo exonera de sentirse un niño ni le evita derramar una lágrima, pues así se siente en sus palabras.
            Juan Ávila Medina en este libro ha prestado su talento literario para dar vida a lo narrado por su paisano de 85 años de edad, don Alberto Rondoy, y con ello ha sabido entretener e interesar al lector con cuentos de “entierros”, de “encantos”, de caballos que por las noches arrastraban cadenas, de ovejas que asustaban a la gente, del encuentro con duendes, del fabuloso carbunclo, de lucecitas extrañas y muchas cosas más.  Estas narraciones bajo el título “Cuenta mi paisano y amigo Alberto Rondoy” son adornadas con “abusiones”, con “creencias”, con “secretos”, etc. los que en conjunto constituyen la identidad tamarindeña, la que gracias a la iniciativa de este acucioso escritor está siendo salvada y dejada como herencia a la posteridad.
            Se aprecia que “El gran susto de Martín” es un retrato del comportamiento de los niños del campo, inquietos y traviesos.  Este cuento seguramente que ha sido bien utilizado como un disuasivo contra la malcriadez infantil, y también tiene mucho de anécdota y de parábola.
            Y como telón de fondo o cuento estelar, Juan ha elegido a “El Santo Papita” que es la narración de la historia y milagros de una estatuilla encontrada en el campo hace muchos años, la misma  que se ha metido en los corazones de los tamarindeños, especialmente en los del barrio o caserío de Vista Florida donde ya se ha levantado una capilla en su honor.
            Varios diarios y revistas se han ocupado de esta imagen, de sus orígenes y de sus milagros, calificándola como el santo más pequeñito del mundo.

            Cuando se concluye la lectura del libro “El Santo Papita y otras historias populares” queda una sensación de hambre por seguir llenándose de tanta tradición, de tantas costumbres y creencias de este pueblo que, dígase de paso, es muy joven distritalmente hablando, en comparación con los distritos con quien limita.
            Para escribir este libro, Juan Ávila ha hecho uso del léxico pueblerino local, sin recurrir al cultismo que sé que él conoce.  Por eso esta obra se ve auténtica y sencilla.  Si se analiza la construcción de palabras nos encontramos con un rico diccionario de uso muy particular, con una gama de palabras propias del campo, de los chacareros, con palabras de antiguo uso. 
En esta vez debo referirme a una que me ha llamado poderosamente la atención y que el escritor ha tomado a propósito de labios del poblador tamarindeño y que también se da en otros lugares de nuestra región.  Esta palabra sin significar lo que es, se entiende y se acepta así.  Está en la página 34 del libro, y el narrador, al referirse al cerro de la piedra del mortero, dice que es un lugar “sólido” y lúgubre. Con la palabra “sólido” que según la Real Academia Española de la Lengua quiere decir firme, macizo, denso o fuerte, Juan se quiere referir a un lugar solitario.  Y en realidad en pueblos como La Huaca, Amotape, Tamarindo, Paita, Piura, etc. dicha palabra tiene esa acepción (solitario), sino revisemos el “Dicccionario de Piuranismos” de Edmundo Arámbulo Palacios.
            Me alegra sobremanera saber de la existencia de un libro como “El Santo Papita y otras historias populares”, lo que es un gran aporte de Juan Ávila Medina, su autor, a la cultura de la región, y especialmente a la provincia de Paita; quedándome con la esperanza de que dentro de poco, este narrador nos sorprenda con el nacimiento de otro libro de su autoría, que refuerce, que traduzca y que retrate la vida, las costumbres y la forma de ser de la gente del pintoresco pueblo de Tamarindo.

La Huaca, 12 de julio del 2015.

El libro “EL SANTO PAPITA Y OTRAS HISTORIAS POPULARES” nos hace voltear el rostro hacia el lugar donde se produjeron los acontecimientos que en esa obra de sesenta páginas nos narra su actor Juan Ávila Medina.  Y sorprende que el escenario sea un pueblo que, como distrito, tenga menos de un siglo de existencia, pero sin embargo tiene mucho que contar.  Esto se explica porque aquel poblado está ahí desde mucho antes.  Tamarindo, cuando no se llamaba así era parte de la parcialidad del cacique Amotaxe o pertenecía al cacicazgo de La Chira, campos regados por el caprichoso río Turicarami, hoy llamado Chira.  Luego con la invasión hispana se convirtió en una pampa que fue también como se le conoció, hasta que, según cuentan, la fertilidad del valle hizo nacer un árbol de la familia de las fabáceas, de origen africano: el tamarindo, cuya presencia sirvió de faro, de guía, de sombra, de oasis de los caminantes, arrieros, mercachifles y comerciantes que se daban cita en él para iniciar sus operaciones en los diversos poblados.  Gracias a la bondad del clima del lugar la gente empezó a poblarlo y a llamarlo tal como aquella planta que quizá se convirtió como su tótem o su árbol tutelar: TAMARINDO.
            Mucho ha progresado Tamarindo en estos últimos tiempos. Se ha construido mucho, pero creo que nada se estaba haciendo por el rescate y reconstrucción de esa larga tradición e historia que viene desde más allá de los orígenes del distrito, hasta que un hijo de ese pueblo tomó la pluma, recurrió a su memoria, a la de sus ancestros y a la de los viejos tamarindeños y convirtió la oralidad en palabra escrita, lo que garantiza que lo tradicional, lo folklórico, lo mágico, lo fabuloso, lo religioso, etc. que tiene Tamarindo no se perderá.  Me imagino lo que le habrá costado a Juan Ávila Medina sacar a la luz este libro el mismo que las propias autoridades deben multiplicar y divulgar.
            Juan inicia su libro con el cuento “El animita desconocida” recurriendo a la importancia que en los “pueblos pequeños” se le da a la espiritualidad, convirtiéndola en una especie de fe y religiosidad; tanto que para sepultar a un desconocido los vecinos hacen colectas; y por las circunstancias de esta muerte comenzaron a tenerle fe a la “animita” hasta convertirla en objeto de veneración.  Tengo la seguridad que el personaje llamado “El loco Infante” ha sido de carne y hueso por la forma como el autor lo describe, añadiéndole una dosis de gracia y picardía para terminar con el arrepentimiento, propio de la gente de estos pequeños pueblos como Tamarindo.
            En el segundo y tercer cuento “El viejo regador” y “El fantasma gigante”, respectivamente, Juan hace de la medianoche el personaje principal, pues a esa “hora pesada” se generan los acontecimientos más fantásticos e increíbles que tienen que ver con el más allá.  En el segundo se aprecia la presencia de ánimas bondadosas que están prestas a ayudar, mientras que en el tercero se nota la presencia de las que asustan y que los padres utilizan estos rumores como moraleja o lección para corregir aficiones o costumbres nada sanas de los muchachos.
            El escritor y poeta paiteño Vidal Rivas Castillo en su último libro titulado “Antología de escritores paiteños” publicado en diciembre del 2012, ha considerado a Juan Ávila Medina con el cuento “El fantasma gigante”; y eso es positivo en la carrera literaria de este emergente tamarindeño.
            Con “El ánima del callejón de Guan”, Juan Avila confirma la teoría muy difundida en esta zona que señala que cuando “el muerto” “pena” es porque ha dejado algo enterrado.  Muchas veces “el muerto” da señales a alguien para indicarle dónde están enterrados sus bienes.  Se cuenta que ha habido personas que se han enriquecido con algunos de estos entierros.  En el caso del cuento de Juan, su personaje, el “mocho Robert” se benefició con varias herramientas y, por otra parte, el ánima descansó en paz.
            “La piedra de mortero” es sustraída por Juan Ávila, del marco de la tradición oral tamarindeña y lo ha hecho de una manera artística.  Como es un  relato de un hecho asombroso pero que mantiene un vínculo cronológico y topográfico con la realidad hay que clasificarlo como género narrativo de leyenda.  Esta leyenda tiene una fuerza telúrica que por lo general seduce al hombre, ya sea con riquezas, mujeres hermosas o con tesoros para “encantarlo”, en lo que, por lo general, tiene que ver mucho el demonio, pero que siempre está la contrapartida, como en el caso de esta leyenda que sale como protector de la víctima la parte buena o santa, entablándose la eterna lucha entre el bien y el mal con el saldo casi siempre favorable al bien o Dios.
            A mitad de su libro, Juan hace un alto a lo fantástico y regala a sus lectores un cuento titulado “Mi burrito negro” que es una pieza sentimental cargada de afecto y que es una vivencia personal en la que prima la ternura y en la que se puede apreciar que los 43 años de edad que tiene el narrador-autor del cuento,  no lo dispensa ni lo exonera de sentirse un niño ni le evita derramar una lágrima, pues así se siente en sus palabras.
            Juan Ávila Medina en este libro ha prestado su talento literario para dar vida a lo narrado por su paisano de 85 años de edad, don Alberto Rondoy, y con ello ha sabido entretener e interesar al lector con cuentos de “entierros”, de “encantos”, de caballos que por las noches arrastraban cadenas, de ovejas que asustaban a la gente, del encuentro con duendes, del fabuloso carbunclo, de lucecitas extrañas y muchas cosas más.  Estas narraciones bajo el título “Cuenta mi paisano y amigo Alberto Rondoy” son adornadas con “abusiones”, con “creencias”, con “secretos”, etc. los que en conjunto constituyen la identidad tamarindeña, la que gracias a la iniciativa de este acucioso escritor está siendo salvada y dejada como herencia a la posteridad.
            Se aprecia que “El gran susto de Martín” es un retrato del comportamiento de los niños del campo, inquietos y traviesos.  Este cuento seguramente que ha sido bien utilizado como un disuasivo contra la malcriadez infantil, y también tiene mucho de anécdota y de parábola.
            Y como telón de fondo o cuento estelar, Juan ha elegido a “El Santo Papita” que es la narración de la historia y milagros de una estatuilla encontrada en el campo hace muchos años, la misma  que se ha metido en los corazones de los tamarindeños, especialmente en los del barrio o caserío de Vista Florida donde ya se ha levantado una capilla en su honor.
            Varios diarios y revistas se han ocupado de esta imagen, de sus orígenes y de sus milagros, calificándola como el santo más pequeñito del mundo.

            Cuando se concluye la lectura del libro “El Santo Papita y otras historias populares” queda una sensación de hambre por seguir llenándose de tanta tradición, de tantas costumbres y creencias de este pueblo que, dígase de paso, es muy joven distritalmente hablando, en comparación con los distritos con quien limita.
            Para escribir este libro, Juan Ávila ha hecho uso del léxico pueblerino local, sin recurrir al cultismo que sé que él conoce.  Por eso esta obra se ve auténtica y sencilla.  Si se analiza la construcción de palabras nos encontramos con un rico diccionario de uso muy particular, con una gama de palabras propias del campo, de los chacareros, con palabras de antiguo uso. 
En esta vez debo referirme a una que me ha llamado poderosamente la atención y que el escritor ha tomado a propósito de labios del poblador tamarindeño y que también se da en otros lugares de nuestra región.  Esta palabra sin significar lo que es, se entiende y se acepta así.  Está en la página 34 del libro, y el narrador, al referirse al cerro de la piedra del mortero, dice que es un lugar “sólido” y lúgubre. Con la palabra “sólido” que según la Real Academia Española de la Lengua quiere decir firme, macizo, denso o fuerte, Juan se quiere referir a un lugar solitario.  Y en realidad en pueblos como La Huaca, Amotape, Tamarindo, Paita, Piura, etc. dicha palabra tiene esa acepción (solitario), sino revisemos el “Dicccionario de Piuranismos” de Edmundo Arámbulo Palacios.
            Me alegra sobremanera saber de la existencia de un libro como “El Santo Papita y otras historias populares”, lo que es un gran aporte de Juan Ávila Medina, su autor, a la cultura de la región, y especialmente a la provincia de Paita; quedándome con la esperanza de que dentro de poco, este narrador nos sorprenda con el nacimiento de otro libro de su autoría, que refuerce, que traduzca y que retrate la vida, las costumbres y la forma de ser de la gente del pintoresco pueblo de Tamarindo.

La Huaca, 12 de julio del 2015.

EL LIBRO "EL SANTO PAPITA Y OTRAS HISTORIAS POPULARES" DE JUAN ÁVILA MEDINAEL LIBRO "EL SANTO PAPITA Y OTRAS HISTORIAS POPULARES" DE JUAN ÁVILA MEDINA
JUAN ÁVILA MEDINAJUAN ÁVILA MEDINA