sábado, 21 de febrero de 2015

LOOR A LUCIANO MODESTO CASTILLO COLONA


LOOR A LUCIANO MODESTO CASTILLO COLONA

Este 23 de febrero se estarán cumpliendo 116 años del nacimiento de don Luciano Modesto Castillo Colona ocurrido en la localidad de La Huaca.
Está circulando una invitación que hace la Municipalidad Distrital de La Huaca para una ceremonia cívica a realizarse el lunes 23 del presente a horas 8 de la mañana en la Plaza de Armas de la localidad, acto al que deben asistir los huaqueños para honrar la memoria de este ilustre paisano.
 A continuación una breve biografía y algunas décimas en su honor:
LUCIANO MODESTO CASTILLO COLONA.- Nació en La Huaca el 23 de Febrero de 1899.  Hijo de don Luciano Castillo Vásquez y de doña Felicita Colona Lozano de Castillo.  Estudió en la Escuela Náutica de Paita, en el Colegio San Juan de Trujillo, en las Universidades de Trujillo y de San Marcos de Lima donde se doctoró como Abogado.  Fue dirigente de la Federación de Estudiantes de donde, el año 1923, fue expulsado de la Universidad junto con otros 22 alumnos por haber perturbado y cuestionado el viejo orden en la Facultad de Derecho.  En 1925 asume la Presidencia de la Federación de Estudiantes del Perú, en la Universidad Mayor de San Marcos.      El 18 de octubre de 1930 fundó el Partido Socialista del Perú, junto a Hildebrando Castro Pozo, Alberto Arca Parró y Saturnino Vara Cadillo.  Fue miembro de la Asamblea Constituyente (1931 – 1936) Fue deportado y se radicó en México donde permaneció 9 años desempeñándose como Catedrático en la Universidad Autónoma de México.  En 1945 regresó electo como Diputado por Paita, hasta 1948 y, de 1950 a 1956, ejerció la Senaduría por Piura.  Entre sus gestiones se cuenta con el Planteamiento de la Tesis de las 200 Millas Marítimas, creador del Proyecto de Ley de la desviación del río Quiroz, creador de la Ley de Obras Públicas, propició la creación del Colegio Nacional San Francisco de Paita, de la Universidad Técnica de Piura del Colegio Agropecuario de La Huaca. También postuló como candidato a la Presidencia del Perú.  Siempre estuvo trabajando en defensa del campesino y de la masa obrera.
            Luciano Castillo Colona, fue uno de los políticos más honesto que ha tenido el Perú, camarada excepcional, político por vocación, preocupado siempre por la situación de su país.  Vivió buscando alternativas de solución para el pueblo peruano, planteando la necesidad de cambio en el país.  A pesar de que su filosofía y sus ideas se gestaron en condiciones adversas, supo mantener firme su posición.
            El Doctor Luciano Modesto Castillo Colona falleció en Lima el 22 de diciembre de 1981.  Muchos pueblos, en gratitud, han colocado el nombre de este insigne hombre a muchas instituciones, como la Sub Región con sede en Sullana, cuya instalación, como homenaje al pueblo que lo vio nacer, se realizó el día 19 de enero de 1991 en el lugar de su nacimiento.  En su pueblo natal, llevan su nombre la Biblioteca Pública Municipal y el colegio del caserío de Miraflores, un Centro de Educación Inicial de La Huaca.
La Huaca, 21 de febrero del 2015



Fue constitucionalista,/ Senador y Diputado;/ fue también un deportado/ por su ideal socialista/ y por su lucha clasista./ Sus obras de gran factura:/ la U TÉCNICA DE PIURA/ y el “SAN FRANCISCO” de Paita/ en verdad hacían falta/ para el bien de la cultura./


Se enfrentó a los poderosos/ con valentía y coraje/ evitando así el ultraje/ de explotadores odiosos./ Fueron tiempos peligrosos/ en que se jugó la vida/ y aquello el pueblo no olvida/ sino que, con mucha razón,/ se le guarda en el corazón/ con la gratitud debida./


Del PARTIDO SOCIALISTA/ fue fundador don Luciano/ y ahí trató como hermano/ al obrero y al artista,/ sin perder nunca de vista/ los derechos de la mujer./ Su doctrina fue proteger/ al campesino explotado,/ al obrero marginado/ y nueva sociedad tejer./


En la “NÁUTICA” de Paita/ y en el “SAN JUAN” de Trujillo/ estudió el Doctor Castillo/ y en ellos halló la pauta/ de su instrucción que fue tanta./ Cumpliendo con lo soñado/ se formó como Abogado/ en “SAN MARCOS” y en “TRUJILLO”/ de donde en modo sencillo/ salió a dar lo que ha dado./ Maestro universitario/ de retorica exquisita,/ su enseñanza aún palpita/ en el antiguo escenario/ donde solía, a diario,/ tratar con las juventudes,/ escuchar sus inquietudes,/ entre clases de Derecho/ que servirán de provecho/ a las grandes multitudes./





domingo, 15 de febrero de 2015

"LA HUACA" Nº 30 - LA HUACA DE ANTES: "EL FERROCARRIL"


"LA HUACA"
ÓRGANO                          CULTURAL                  INFORMATIVO

Nº 30                                    Mes    Febrero                           2015



EL FERROCARRIL



            A quienes nacieron en la década de los años sesentas, la palabra ferrocarril les sonaría  extraña si no existiera en La Huaca una calle con ese nombre.  El Ferrocarril significa para este pueblo toda una época, pues su presencia lo benefició durante 86 años, desde 1876 hasta 1962.

            El ferrocarril fue el medio de transporte y de comunicación entre el puerto de Paita y la ciudad de Piura, pasando por Sullana y pueblos diseminados a lo largo de la línea férrea, entre los que se encontraban Arenal, La Huaca, Viviate, El Portón, Nomara, Miraflores, Macacará Jíbito y otros que se ubicaban entre Sullana y Piura.

            Mediante un aviso periodístico fecha el año 1895 el ferrocarril anunciaba su servicio de trenes en el siguiente itinerario:

SUBIDA[1]: (Lunes, Miércoles y Viernes): Salida de Paita: 12.00 M./  Salida de Arenal: 12.50 P.M./  Salida de La Huaca: 120 P.M./  Salida de Viviate: 1.35 P.M./  Salida de Sojo: 2.15 P.M./  Salida de Sullana: 2.55 P.M./  Llegada a Piura: 4.00 P.M.

BAJADA: (Martes, Jueves y Sábado): Salida de Piura: 7.30 A.M./  Salida de Sullana: 8.50 A.M./  Salida de Sojo: 9.25 A.M./  Salida de Viviate: 10.00 A.M./ Salida de La Huaca: 10.20 A.M./ Salida de Arenal: 10.45 A.M.  Llegada a Paita: 11.30 A.M.

            En este aviso, que estaba firmado por Rolando H. East, Superintendente de la Cía. Ferroviaria Peruvian Corporation, se observaba que en los días de llegada a Paita de los vapores (barcos) del Sur, se postergaba la salida del tren para Piura hasta recibir la correspondencia que traían estos vapores.

            Era así como en los primeros años funcionaba el tren.  Su recorrido de Paita a Piura lo hacían en 4 horas, y las personas que salían del pueblo de La Huaca  hacia Sullana, Piura o Paita, tenían que esperar el regreso del tren del día siguiente para volver.

            El tren era un conjunto de carruajes, bodegas o plataformas rodantes enlazados unos a otros, los que eran arrastrados por una locomotora conocida como “la máquina”, la que circulaba por un camino de hierro (rieles) colocados sobre gruesos “durmientes” de madera de algarrobo.

            Posteriormente circularon los auto-vagones o “coches” que iban y venían diariamete, para lo cual existían las líneas de cambio en determinados pueblos.  Estas líneas de cambio eran rieles terminales que llevaban al auto-vagón o a la “maquina” hacía un desvío dejando la vía libre con el fin de que pudiera pasar el vehículo que iba en sentido contrario.

            A pesar de la presencia de los auto-vagones, el tren o “la máquina” siguió circulando, pero se utilizaba sólo para el transporte de carga, como algodón, leña, carbón, agua, ganado, etc.; salvo en casos especiales como, por ejemplo, para la Feria de la Virgen de las Mercedes de Paita o del Señor de Chocán de Querecotillo, en que el tren era requerido para trasladar a los fieles que iban masivamente hacia dichas fiestas.

            El auto-vagón, “vagón” o “coche”, era tal como lo que hoy es un ómnibus, con la diferencia de que sus ruedas, totalmente de fierro, estaban hechas para acoplarse a un par de líneas paralelas de fierro (rieles) por donde éste se deslizaba.  Con este vehículo el viaje de Paita a Piura (97 kilómetros con 900 metros) se redujo a dos horas, tiempo en que se disfrutaba del hermoso paisaje que iba desde el campo desierto de Congorá, Cum y Curumuy, pasando por el tablazo de Paita, por el verde valle del Chira, hasta el verdiazul mar paiteño.  En las estaciones, paradero obligado de trenes y auto-vagones, los viajeros podían comprar frutas, butifarras, papas rellenas, tamales, natillas, gofios, manjar blanco, acuñas, refrescos y demás, que eran ofrecidos de manera bullanguera por infinidad de vendedores, a través de las ventanas.  También eran ofrecidas aves de la zona, como zoñas, chirocas, luisas, negros, “picoemotes”, palomas carriceras, pericos, loros etc., las que eran vendidas en sus respectivas jaulas.  Una de las estaciones más atractivas era la de Miguel Checa (Sojo) donde se podían adquirir las deliciosas naranjas sin pepa cultivadas en esa zona.

            Para tener acceso a un viaje en auto-vagón, primero se compraba el boleto o ticket que era vendido por una ventanilla (Boletería) por el Jefe de la Estación.  En este boleto se especificaba la “clase” en que se iba a viajar, pues en ese vehículo había “Primera” y “Segunda” clases.  La “Segunda Clase”, con capacidad para 80 pasajeros, estaba equipada con sencillas bancas de madera, mientras que la “Primera Clase” estaba provista de elegantes asientos estilo “Pullman”, cortinas, excusado y piso alfombrado.  En esta clase, que tenía una capacidad de 40 pasajeros, generalmente viajaban las autoridades, los hacendados, los militares de alto rango, los funcionarios y la gente adinerada que deseaba viajar cómodamente.

            Con toques de campana se ordenaba la puesta en marcha del auto-vagón, instante que estaba revestido de gran emoción con el resoplido y chirriar de frenos, con las continuas pitadas y el aumento progresivo de la velocidad, que llevaba a los pasajeros a disfrutar de la variedad del paisaje o a sumirlo en los dulces brazos de Morfeo, mientras el cobrador llegaba a cada uno de los asientos para pedir al pasajero su boleto para “picarlo” o perforarlo con un instrumento que emitía un singular sonido.

            En vista de que el auto-vagón se detenía en cada estación por breve tiempo, los pasajeros lo esperaban en el andén y en cuanto se detenía lo abordaban presurosos para tomar la mejor ubicación dentro de él.

            El edificio que sirvió para el funcionamiento de la estación de La Huaca aún existe.  Ya no está la línea férrea, pero quedan en pie su boletería, la Jefatura, las bodegas, las habitaciones para el Jefe, el garaje, estructura que fue adquirida en el año 1966 por el Municipio que presidio don José Mercedes Baca Farías[2] con el fin de convertirla en aulas para la Escuela de Mujeres Nº 24, hoy la Nº 14760 “Victoria Augusta Vilela Astudillo”.

            Alrededor de esta estación se movían una gran variedad de personajes como, los vendedores de frutas, los vendedores de butifarras y tamales, el Jefe de Estación, los empleados, los guardianes, los “areneros” o “carrilanos”, encargados de mantener limpia la vía ferrea, los cargadores de “a pie” o de “a bestia” (según la carga) los que prestaban sus servicios acarreando maletas, alforjas y otros bultos, bien hacia el pueblo o hasta el río y viceversa.

            También acudían a la estación grupos de niños y muchachos en busca de ganarse alguna propina dada por algún viajero para que le llevaran algún bulto o le señalaran alguna dirección, o por el simple hecho de jugar o contemplar el paso de la “máquina”, trenes o auto-vagones.  De un grupo de niños como este, allá por el año 1907, salió la figura de Luis Felipe Agurto Olaya, niño que, impresionado con la presencia de un ilustre visitante como el Presidente de la República, don José Pardo y Barreda, con un simple carbón dibujó ahí mismo, en la Estación, el rostro del mandatario, el que admirado por la perfección del dibujo ordenó el traslado a la ciudad de Lima de este pequeño artista, becándolo para que estudiara en la Escuela de Artes y Oficios de la capital, lo que significó el inicio de una carrera que culminó en Francia, carrera que le dio triunfos y gloria en el campo de la Escultura.

            El retiro del ferrocarril fue muy sentido por los pobladores de La Huaca y de los pueblos ubicados a lo largo de la ruta férrea, pues su ausencia los dejó aislados.  A pesar de esa ausencia y del tiempo transcurrido, las conversaciones de los huaqueños están cargadas de evocaciones sobre el ferrocarril, y colgado en la memoria del pueblo está el nombre de la Peruvian Corporation que era la empresa que tenía a cargo este servicio.  Así mismo están en la memoria nombres de trabajadores ferrocarrileros como: Luis Ordinola, Juan Acaro, Viterbo Garrido, Isidoro Huertas, Augusto Sandoval, Máximo Samamé, Manuel Castillo, Evaristo Martínez, Jorge Villaseca (Maquinistas); José Mercedes Ruiz, Víctor Casariego, José Ramos Peralta Torres, José Távara Abad, José Mercedes Ruiz Herrera, Nicanor Arrunátegui Navarro, Clodoveo Ruiz Sócola, Manuel Zapata Castillo, Pedro Rosado, Gonzalo Humberto Villarreyes Alburqueque, Pablo Enrique Medina Ugarte, Telmo Sosa, Tarquino Gonzáles, Ramón Navarro, Martín García, José Clavijo, Pedro Peralta Torres, Luis Miñán Quezada, Augusto Vega Baca, José Palomino, Alfonso Palacios (Jefes de Estación); Juan Molina (Jefe de Tránsito); César Medina Navarro (Boletero); Medardo Castillo Morán (Señalero); Manuel Yarlequé Juárez, José García Sancarranco, Román Morán, Librado Orozco, Hermógenes García, Manuel Alburqueque, Emilio Sosa, Humberto García (Controladores); Rodolfo Arca Sosa (Empleado); Pedro Farfán (Post-train); Bartolomé Alburqueque, Juan Morán, Tomás Astudillo (Brequeros); Simón Garragate, Ramón Navarro Talledo (Jefes de camineros); Laureano Pinday, José García Chero, César Navarro, Vicente Zapata, Juan Morán Arica, Miguel Zapata, Eduardo Navarro, Pablo Adrianzén Castillo, Luis Alberto Navarro (“areneros” o “carrilanos”), entre otros.

            Como mudos testigos de esta bonita era del ferrocarril aún quedan en pie algunas paredes de las estaciones ferroviarias de Arenal, Viviate, Sojo, y por supuesto, en la calle Ferrocarril en La Huaca la que en una época fue conocida como “la calle de los rieles”.

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La Huaca, 15 de febrero del 2015.





[1] Se entendía que los trenes salían de una altura de nivel de mar como era Paita e iban subiendo hasta llegar a Piura y la bajada consistía en el trayecto contrario.

[2] Alcalde en dos oportunidades: 13 de junio al 22 de diciembre de 1961 y de 1964 a 1966)




ESTE VEHÍCULO SE LE CONOCÍA COMO "LA MÁQUINA", LA QUE HALABA VARIAS PIEZAS QUE PORTABAN TODA CLASE DE CARGA




UN AUTOVAGÓN



AVISO PERIODISTICO SOBRE EL ITINERARIO DEL FERROCARRIL PAITA - PIURA (AÑO 1895)


PARTE INTERIOR DE UN AUTOVAGÓN (PRIMERA CLASE)


LA LÍNEA DE HIERRO POR LAS CALLES DE PIURA PARA EL DESPLAZAMIENTO DEL TREN


FERROCARRILEROS EN LOS GARAJES DE PAITA


CARROS PARA LLEVAR CARGAS (EQUIPOS)



PASAJEROS DESEMBARCANDO DEL TREN


RIELES QUE INGRESABAN POR LA EX ADUANA RUMBO AL MUELLE PARA EL EMBARQUE DE CARGA EN "VAPOR" O BARCO



CARROS PARA LLEVAR PASAJEROS


martes, 10 de febrero de 2015

LA RESTAURACIÓN DEL GOBIERNO MUNICIPAL DE DON FEDERICO TRELLES SEMINARIO


Artículo tomado de mi libro (en preparación) “ALCALDES”



LA RESTAURACIÓN DEL GOBIERNO MUNICIPAL DE DON FEDERICO TRELLES SEMINARIO

(Hoy 10 de febrero del 2015 se cumple 129 años de este hecho)



La gestión municipal que presidía don Federico Trelles Seminario en el año 1879, al igual que en todo el territorio peruano, se vio interrumpida por la funesta y amarga (para nuestro país) Guerra con Chile, razón por la que el Gobierno Peruano mediante Resolución Suprema del 24 de diciembre de 1865 y Disposición Prefectural del 22 de enero 1866 ordenó que se restableciera en sus cargos a aquellos ciudadanos que en aquella época había conformado los municipios, lo que se cumplió en La Huaca el día 10 de febrero de 1886 con la llamada “REINSTALACIÓN DEL CONCEJO QUE FUNCIONÓ EN EL AÑO DE 1879”, lo que se hizo con el personal siguiente: Federico Trelles Seminario, como Alcalde; Andrés Montero, Síndico; Eusebio Colona, Manuel R. Escalona y Manuel Saldarriaga, Regidores; haciéndose la observación que el Teniente Alcalde de aquella época había fallecido, el Síndico Nicolás Arriaga, se encontraba ausente, lo mismo que el Regidor don Gil Antonio Guerra, reemplazando a este último don Manuel Saldarriaga en su condición de suplente.

            Al día siguiente, 11 de febrero, acatando la orden del Concejo Superior de la Provincia de Paita, se procedió a la instalación del Señor Abel Checa como Síndico del Municipio.  En esta misma sesión se dio cuenta de la inexistencia del archivo de 1879 destruido por los chilenos, lo que impedía poner en vigencia el Presupuesto hecho en aquella época. No escapará al conocimiento general que en La Huaca acampó el cruel Capitán chileno Patricio Linch en el año de 1880.

            Don Federico Trelles Seminario nació en Piura en el año 1843, hijo de don Simón Trelles y de doña Felipa Seminario y Bezada.  Fue agricultor (hacendado) residía en la calle Grau Nº 50 de La Huaca (Hoy casa de don Juan Ante Martínez Campos) Se casó con una dama de origen francés, doña María Húgues.

            El Gobierno de don Federico Trelles prestó principal atención a la obra del cementerio logrando importantes avances. El 18 de febrero de 1886, en cumplimiento a lo ordenado por el Concejo Superior de la Provincia se instaló a don Daniel Orellano como Síndico de la Comuna.  El mismo día se eligió la Junta de Registro la misma que quedó formada por don Manuel E. Raygada, Germán del Castillo y Diego Barrientos, más el Alcalde, los síndicos y el Juez de Paz.

            De igual forma y como un acto de reconocimiento a don Rafael García que se desempeñó en 1879 como Diputado ante el Provincial de Paita, se le eligió como tal, el 4 de marzo de 1886.

            En octubre de 1886 don Federico Trelles presidiendo la Comisión de Instrucción e integrada por don Abel Checa y Ezequiel Vargas se trasladó a Viviate para instalar una Escuela Mixta para los niños de Viviate, Conchal, Corral Quemado y concepción, la misma que quedó bajo la dirección de don Salomón Talledo.  Para el funcionamiento de esta escuela se contó con el funcionamiento del hacendado Pablo Talledo.  Al año siguiente otros hacendado dieron muestras de oposición al funcionamiento de esta escuela lo que no fue del agrado del Alcalde y pobladores Viviateños.



NOTA: Esta información puede ud. encontrarla en el libro Nº. 1 (Sesiones de 1884 a 1896 -  Folio 25 : 10 febrero 1886) del Archivo Municipal de La Huaca.

La Huaca, 10 de febrero del 2015.



EL CRUEL CAPITÁN CHILENO PATRICIO LYNCH AL MANDO DE UN PELOTON ESTUVO EN LA HUACA EL AÑO 1880






viernes, 6 de febrero de 2015

LA ESCOBA EN LA HUACA Y VIVIATE




LA ESCOBA EN LA HUACA Y VIVIATE





                                                           NOTA: Este artículo está respaldado por documentos que guarda el Archivo Municipal de La Huaca.



A la sola mención de la palabra escoba, surge obligado el nombre de Viviate, en virtud de que este pueblo ha hecho de la fabricación de las escobas de sorgo, su medio de vida, ya que a esta actividad se dedica un alto porcentaje de su población, incluyendo mujeres y niños.

            La década de los setentas fue para Viviate la “Época de Oro” en la que este producto llenó los mercados nacionales, llegando también a pasar las fronteras del país, generando gruesos ingresos a sus pobladores.  Fue la época en que el fútbol viviateño alcanzó un gran nivel en la región, gracias a las contrataciones de entrenadores y jugadores. De igual forma, en vista de que su gente tenía buenos ingresos económicos se aficionó a la diversión y a la buena vida, dándose el lujo de llevar, directamente y en exclusividad a su pueblo, a las mejores orquestas de la capital de la República que estaban de moda.

            Por la escoba, Viviate se hizo muy conocido en el ámbito nacional, y esta industria, junto con la de la estera, le han dado a este pueblo el título de “Capital Artesanal de la Sub Región Luciano Castillo Colona”, que hoy ostenta desde el 23 de noviembre de 1992, a pesar de que la producción ha decaído considerablemente ante el surgimiento, en otros departamento del país, de la industria de escobas y escobillones.

            Por el protagonismo que la escoba de sorgo ha tenido y tiene en Viviate se podría decir que ésta tuvo su origen en ese pueblo, pero no es así.  Pues veamos:

            Desde tiempos inmemoriales los pueblos que formaban el distrito de La Huaca utilizaban escobas hechas de fibra del cocotero o de la hoja o palma.  Así consta en un asiento de un Libro de Caja Municipal del año 1918 en el que se da cuenta que el precio de una “escoba de coco” era de S/. 0.40[1].  Esta clase de asientos contables se repiten en los libros de los años 1921 hasta 1932.

            En La Huaca, especialmente, paralelo al uso de la “escoba de coco”, se utilizaba una escoba de fibra que llegaba de Panamá, vía la zona petrolera (Talara), la que se podía adquirir por el precio de S/. 1.00[2].

            En 1935, el hacendado de “La Chira” trajo sorgo de Lambayeque y lo sembró en su hacienda, y con este producto se empezó a elaborar escobas en La Huaca, siendo don Abel Velásquez el primero en construirlas quien, además, para ello usaba el sauce, el zuncho y el yute.  Otra de las personas que trabajó labrando palos de sauce en esta naciente industria fue don Eulalio Barrientos Nima.

            Se cuenta que la forma de construir la escoba no era como la que conocemos hoy en día, es decir, con una prensa vertical y de tornillo, sino de forma manual y utilizando planchas o prensas horizontales pegadas al suelo sobre las cuales se paraba el constructor para con su peso lograr prensarla.

            La industrialización de la escoba, por aquellos tiempos, fue toda una novedad en el pueblo de La Huaca, lo que generó que mucha gente aprendiera esta labor y pusiera en práctica este conocimiento en otros pueblos, tal como lo hiciera don Leonidas Yarlequé Revolledo, que lo trasladó a Viviate dando trabajo a mucha gente en esta industria que tuvo un efecto multiplicador llegando a alcanzar la dimensión que todos conocimos, mientras que en La Huaca, poco a poco fue desapareciendo.





[1] Folio Nº 85 del Libro de Caja del año 1918, que dice: “Día 20 octubre: Pago al camalero id. P. comprar 2 escobas coco, p. servicios camal s.c. Nº 229: S/. 080”



[2] Según Libro de Caja se hace constar que a don Pedro Arica se le pago la suma de S/. 2.00 por 2 escobas  (fibra panameña)






UNA "PRENSA" DE TORNILLO PARA LA CONFECCIÓN DE ESCOBAS (VIVIATE)

"ENTORCHANDO" LA ESCOBA"

ANTIGUA ESCOBA DE COCOTERO (CON LA FIBRA)

ANTIGUA ESCOBA DE COCOTERO (CON LA HOJA O PALMA)

ESCOBA ACTUAL 



domingo, 1 de febrero de 2015

EL CUENTO DEL MES : "EL MALETÍN DEL DIABLO"


Con el seudónimo “Don Goyo”, la leyenda “El maletín del diablo” ocupó el 3er. Puesto en el X Concurso de Cuentos y Leyendas (1999) convocado por Radio Cutivalú (Piura)

NOTA: Diseño de caratula: Pablo Enrique Medina Herrera.



EL MALETÍN DEL DIABLO



El deseo de que su hijo terminara la primaria, llevó a doña Mariana Sosa a trasladarse de Viviate, su pueblo natal, a La Huaca, lugar distante cuatro kilómetros.  Si esto se hubiese presentado en los tiempos actuales no hubiese sido necesario el traslado porque en aquel pueblo ya existe primaria completa; y también secundaria.  Por aquellos años de la década de mil novecientos sesenta, ya había desaparecido el ferrocarril y aun no se construía la carretera Sullana-Paita, y por lo tanto, esos cuatro kilómetros llenos de arbustos y matorrales que Federico, su hijo, tenía que franquear cuatro veces al día significaban para éste un gran peligro y para ella una tremenda preocupación.

No fue difícil para doña Mariana Sosa conseguir el alquiler de una casa ya que en su búsqueda se topó con una que mucho le agradó y de inmediato le fue concedida, lo que le causó cierta extrañeza.  Era ésta una casa antigua, con enormes puertas y labradas ventanas, sus pisos eran de mosaicos que formaban figuras geométricas agradables a la vista, sus cuartos espaciosos y ventilados invitaban al descanso.  Desperdigados, llenos de polvo y telarañas, había algunos muebles antiguos, entre ellos, estantes, sillas de mimbre y una hermosa mecedora.

Los encargados de las llaves de aquella casa, queriendo tal vez descargar su conciencia, le contaron a doña Mariana que ese inmueble había tenido muchos inquilinos pero que ninguno había permanecido en ella más de una semana porque –según decían- ahí sucedían cosas muy extrañas desde la muerte de su propietario, de quien se decía que había tenido un pacto con el demonio.

Doña Mariana Sosa, mujer de carácter fuerte, hecha para la lucha, hizo caso omiso a los comentarios y se instaló en aquella casa que tanto le había gustado.

Pasaron los días, las semanas y los meses, y doña Mariana y Federico fueron haciendo amigos y llevando una normal vida social, con el único inconveniente de que sus amistades no los visitaban, pero eso los tenía sin cuidado, pues siempre habían vivido solos.

Madre e hijo vivían tranquilos en su nueva casa hasta que un día, a la medianoche, en que Mariana se disponía a meterse en su cama, escuchó como que alguien o algo movía la mecedora.  Creyendo que era el gato se desatendió por un momento, pero ya en su cama, al reparar que la mecedora seguía crujiendo como que estaba soportando un peso mayor al de un gato, optó por levantarse. Al abrir la puerta del cuarto pudo ver que en el comedor, un hombre de espaldas, sentado en la mecedora, se balanceaba rítmicamente; y sobre el piso, a sus pies, reposaba un negro maletín como aquellos que usaban los médicos.  El pecho se le agitó a la mujer e incrédula se restregó los ojos, instantes que sirvieron para que la figura desapareciera y sólo quedara meciéndose el viejo mueblo.  Su instinto maternal la condujo hasta la cama donde dormía su hijo y lo abrazó como protegiéndolo.

Luego todo fue silencio, escuchándose solamente el rápido latir de su corazón y la suave respiración de su hijo. Se quedó con él hasta que la luz del nuevo día trajo el sonido de la vida.

Nada de lo sucedido le contó a su hijo, pero lo primero que hizo al levantarse fue tomar la mecedora y arrojarla al corral, junto a un sinnúmero de vejestorios.

Los días fueron pasando y ya cuando Mariana había recobrado la calma por completo, nuevamente, una noche, el sonido de la mecedora le remeció los sentidos.  Sigilosamente abrió la puerta de su cuarto encontrándose con la misma escena de la vez anterior.  Ahí estaba aquel hombre dándole la espalda, sentado en la vieja mecedora.

-Esto no puede ser realidad- se dijo Mariana y dominando su miedo lentamente se fue acercando al hombre que no dejaba de mecerse junto al negro maletín.  Reparó que vestía un frac negro que contrastaba con la blanca piel de su cuello.  El brazo de Mariana se levantó en dirección al hombro del misterioso personaje, y cuando ya casi lo tocaba, éste se esfumó, quedando sólo la mecedora en su hipnótico vaivén.  A esta aparición le siguieron otras; siempre en el mismo lugar y a la misma hora, que hicieron que Mariana perdiera el miedo y se acostumbrara a aquellas extrañas y periódicas visitas.  Cuantas veces guardó la mecedora, otras tantas fueron inexplicablemente devueltas al comedor, lugar donde el misterioso visitante solía mecerse.  Aunque en muchas ocasiones sintió la curiosidad de verle el rostro, prefirió quedarse en su cama con la tranquilidad que le daba el saber que en pocos minutos dejaría de crujir la mecedora y podría dormir profundamente.

La gente del pueblo se mostraba sorprendida ante el hecho de que doña Mariana Sosa y su hijo permanecieran tanto tiempo en aquella casa, por lo que la abordaban para preguntarle si no la habían asustado, a lo que, sonriente, respondía con un no.

El tiempo fue pasando y doña Mariana vivía muy feliz e indiferente ante aquel fenómeno.  Su hijo creció y se alejó de su lado para ir a la capital a estudiar en la Universidad, dejándola sola en aquella casona.  Quedarse sola no la inquietó en lo mínimo a pesar de que aquellas extrañas visitas se repetían constantemente.

Una mañana, mientras hacía limpieza, doña Mariana reparó que una loseta del piso del comedor se había hundido.  Trató de nivelarla pero cuando escarbaba para hacer un relleno, sus manos tropezaron con algo blando.  Con cierto temor tomó aquel objeto sacándolo a la superficie y al ver lo que era, sus manos lo soltaron como si sobre ellas había caído una descarga eléctrica.  Aquel objeto era el negro maletín que había visto siempre a los pies de la aparición.

La sorpresa paralizó por un instante a doña Mariana, pero luego, muy lentamente, con el rostro bañado en sudo, se acercó al misterioso maletín y con manos temblorosas logró abrirlo.  Un áspero olor inundó el ambiente quedando a la vista una gran cantidad de papeles.  La mujer los fue tomando uno a uno y sus ojos fueron recorriendo lo escrito en ellos.

Esos papeles que el tiempo había vuelto amarillentos contenían pactos escritos y firmados por gente del pueblo que había fallecido hacía mucho tiempo atrás.  El raro color de la tinta y el olor que emanaban, le hicieron sospechar a la mujer que la escritura había sido hecha con sangre y seguramente ante el propio Satanás.

El miedo inicial de Mariana se convirtió primero en asco y luego en rabia, por lo que dirigiéndose a su cuartó llenó un vaso con agua bendita y la arrojó sobre los papeles, los que al contacto con el sagrado líquido recobraron su blancura, mientras extraños ruidos y un fétido olor invadieron la casa.   Luego tomó el maletín y los papeles y los arrojó al fuego de la cocina convirtiéndolos en cenizas.

Con la incineración del maletín y los papeles, desaparecieron las visitas de aquel personaje extraño, y en lo más hondo de Mariana quedó la impresión de que con la destrucción de aquel hallazgo había librado a muchas almas que por el afán de calmar ambiciones terrenales habían caído en la tentación de pactar con el mismo diablo.

Doña Mariana Sosa vivió mucho tiempo y sus años otoñales los vivió gozando de la presencia de los nietos que Federico le dio, a quienes solía contar hermosas historias sentada en la vieja mecedora, aquella que un día le hizo perder la tranquilidad.

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La Huaca, 1º de febrero del 2015.



... había algunos muebles antiguos, entre ellos, estantes, sillas de mimbre y una hermosa mecedora.... había algunos muebles antiguos, entre ellos, estantes, sillas de mimbre y una hermosa mecedora.



... y sobre el piso, a sus pies, reposaba un negro maletín como aquellos que usaban los médicos.... y sobre el piso, a sus pies, reposaba un negro maletín como aquellos que usaban los médicos.




... El raro color de la tinta y el olor que emanaban, le hicieron sospechar a la mujer que la escritura había sido hecha con sangre y seguramente ante el propio Satanás.... El raro color de la tinta y el olor que emanaban, le hicieron sospechar a la mujer que la escritura había sido hecha con sangre y seguramente ante el propio Satanás.