FEDERICO, UN AMIGO INOLVIDABLE
Mañana viernes 21 de noviembre se cumple un espacio silente de 12 años de la partida física de un gran amigo y de un excelente ciudadano. Siento en estos momentos una profunda tristeza al buscar y no encontrarlo en las tertulias cotidianas donde solíamos hablar de todo, especialmente de sus preocupaciones por el futuro de su familia y de su pueblo. Siento pena porque no lo hallo trepado en una tarima dirigiéndose a la gente humilde que creía en él y en sus ideales. Esa gente creía en él porque demostró que sabía ponerse al lado del humilde, del necesitado, del hombre y de la mujer de escasos recursos para defenderlos y hacer valer sus derechos. Nadie duda que este amigo se decidió por la carrera de Derecho por su identificación con las necesidades de su gente, por el concepto que tenía de la justicia y por su vocación de servicio.
Ese gran hombre, ese gran amigo al que me estoy refiriendo es Federico Juan Ayón Talledo. Hablar de él es hablar de toda una época política del distrito de La Huaca. Es también hablar de alegrías y de decepciones: Alegrías por el triunfo que lo llevó al Sillón Municipal desde donde le cupo la oportunidad de hacer algo por los pueblos del distrito; decepciones, cuando el pueblo le negó, democráticamente, la ocasión de una reelección. Pero el mayor triunfo lo obtuvo cuando el pueblo se dio cuenta que se había equivocado al negarle su voto, cuando el pueblo extrañó su presencia y su entrega; y entonces en un acto de justicia, le devolvió la confianza llevándolo nuevamente a la Alcaldía de La Huaca, cargo que no alcanzó a juramentar por causa de su trágica muerte ocurrida en un accidente de tránsito un 21 de noviembre del año 2002, un día como hoy, hace 12 años.
En esta vez quiero apartarme del recuerdo de estos trágicos y dolorosos recuerdos para ir a parar en lo hermoso y sublime que tuvo la amistad entre Federico y yo.
Conocí a Federico en el año 1958 cuando vino de Viviate a La Huaca para estudiar el 4º año de primaría. Desde ese instante iniciamos nuestra transparente amistad. Estudiamos en el mismo colegio secundario, la Gran Unidad Escolar “Ignacio Merino” de Talara. A ambos nos deslumbró el triunfo de la Revolución Cubana de 1959, hecho que influyó en nuestra formación política a lo que no renunciamos nunca.
Desde el inicio el “Chino” se convirtió en mi mejor amigo y él también pensaba eso de mí. Solamente una vez tuvimos una desavenencia que fue cuando él, queriendo celebrar una jarana con unos amigos me pidió prestada mi guitarra, la que fue destrozada en dicha reunión. Me molestó la pérdida de este instrumento, pero entendí que por una guitarra no podía perder a un amigo. Así que como si nada hubiese pasado nuestra amistad siguió muy estrecha y muy fuerte.
En nuestra juventud, Federico y yo, vivimos disfrutando de cosas y de experiencias propias de nuestra edad. Su partida a Lima a estudiar Derecho me causó nostalgia porque le dijimos adiós a nuestros paseos, a nuestras aventuras de todo tipo. Al término de su carrera, Federico tenía una situación económica bastante sólida debido a que paralelamente a sus estudios, había incursionado en el comercio. Por eso cuando me dijo que se venía a esta zona a ejercer la Abogacía traté de desanimarlo pero mi opinión fue rechazada ante el argumento de que se sentía con el compromiso de venir a servir a la gente necesitada del pueblo. Y lo hizo, renunciando así, quizás a una mejor situación. Así era Federico: un convencido de sus ideales.
Ya en La Huaca al lado de Yolanda, su mujer, y de sus hijos nuestra amistad creció y se hizo inolvidable.
Cuando escribí el libro ““Chino Ayón”… tú eres realmente el amigo”, pensé que en aquel libro lo había dicho todo respecto a nuestra amistad, pero ahora, a 12 años de su muerte, desfilan por mis recuerdos episodios que solamente él pudo protagonizar porque Federico había nacido para ser noble, altruista, desprendido, desinteresado. Cuánto me felicito haber sido su amigo. En realidad su amistad fue un premio para mí; y por eso ruego que mis hijos tengan como “su mejor amigo” a alguien como Federico.
Un recuerdo relacionado con la política que tengo de Federico, es aquel que me transporta al momento en que terminó de plasmar el Ideario de su línea de trabajo social, para lo cual le serví de secretario. Fueron 5 semanas de análisis, de discusiones, de sueños. El Ideario tenía 16 artículos que eran una verdadera doctrina política en bien de los más humildes, pues se hizo en base a pensamientos de izquierda de corte mariateguista. Hoy he querido revisarlo y me emociona recordar cuando me dijo que anotara en el Artículo 1º que este Ideario estaría resumido en la frase “Lo que importa es la gente”. Lo mismo, el Art. 5º propugnaba: a) La limitación de la propiedad privada; y b) La participación de los trabajadores en las utilidades de las empresas.
Luego de leído este documento, he hecho un alto para preguntarme: ¿Con el “Chino” vivo, no se hubiese producido en el pueblo un movimiento en defensa de las tierras que el Estado regaló a las empresas cañeras?
Bueno, la pregunta la hago extensiva a mis amigos lectores.
Quiero ofrecer a continuación una serie de fotografías relacionadas con mi mejor e inolvidable amigo Federico Juan Ayón Talledo, lo que hago como un homenaje a su memoria.
La Huaca, 20 de noviembre del 2014.
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