LOS PIANOS AMBULANTES
Su colorida presencia tuvo mucho que ver en la vida festiva, jaranera y de jolgorio del pueblo de La Huaca. Aquel aparato alegre y bullanguero vivió la transición del siglo XIX al XX, pues fue al compás de la música del piano de manubrio, organillo o “pianito ambulante” con lo que se recibió el siglo XX, fiesta que se celebró en la Plaza de Armas a iniciativa del Municipio presidido por don Ezequiel Vargas[1], y en la que los pianos estuvieron alegrando aquel acontecimiento desde las 10 de la noche del 31 de diciembre de 1900 hasta la madrugada del 1º de enero de 1901 en que tomó el mando municipal don Leonidas Zavala.[2]
Los pianos ambulantes u organillos eran una especie de caja acústica en forma de una repisa que en su interior tenía un cilindro de madera, por lo general sauce, provisto de púas colocadas de tal manera que al girar, éstas pulsaban unas cuerdas arrancándoles agradables tonadas. El cilindro que tenía programadas varias canciones, según se levantara o bajara mediante una pequeña palanca, se hacía girar mediante un manubrio o manizuela.
El piano ambulante o “pianito ambulante”, acompañó a los huaqueños desde finales del siglo XIX hasta el año 55 del siglo XX por lo que su presencia tiene un gran significado para el pueblo que lo tuvo en sus fiestas y celebraciones y lo utilizó para, con su música, convocar al vecindario con el objeto de darle a conocer, mediante los bandos, los decretos y ordenanzas que emitían las autoridades. El piano también fue utilizado en las fiestas de carnaval como acompañante del “Ño Carnavalón” quien, montado en un burro y seguido por las “viudas” o “mojigas”, iba de esquina en esquina, donde de manera jocosa, previa tonada de piano, se daba lectura al “Testamento” que el monigote dejaba a sus “parientes” y “amigos” antes de ser “muerto” en la “hoguera”.
Los pianos, por lo general, eran de color rojo o verde, ostentaban atractivas estampas de mujeres hermosas y tenían los más sugestivos nombres. En La Huaca circularon los pianos “Dorila” y “Los Amantes” de Santos Carrillo; “Susana” de Floro Carrasco, “Rosita” de Sinecio Guzmán, “Bolognesi” y “Grau” de Francisco Ojeda, “Aviador” de R. Vásquez, “Perla” y “Flor del Alma” de Nazario Barrientos, “Consuelo” y “Trovador” de Emilio Carrillo, “Yolanda” de Manuela Vargas, “Lucila” y “Leticia” de Manuel Ojeda, “Rosita” y “Cupido” de Santiago Winchonglong, “Canario” y “Huáscar” de Felipe Morán.
El auge de los pianos se marcó en 1904, año en que doña Bersabé Ramos llevó a cabo en la Plaza de Armas una Esposición-Venta de estos aparatos, la que tuvo una gran aceptación.
También fueron propietarios de pianos ambulantes, Luis Rebaza, Inocenta Barrientos, Mariano Vargas, Ramón Navarro, Bernabé Carrasco, I. Cana, Agustín Saldarriaga, F. Solano, Ricarda Quevedo, Virginia Garrido, Manuela Dioses, Manuel Abad, Carlos Barrientos, Felipe Rodriguez, Hermenegildo Vargas, Manuel Jesús Morán Zapata, Modesto Cañola, Neptalí Chávez, Pedro Negrón, Tobías García, Quiterio Talledo, Francisco Nima y Dolores Pinday.
Hoy, no quedan pianos en La Huaca, pues sus dueños se desprendieron de ello. Sólo se pueden apreciar los pianos u organillos en las grandes ciudades y son utilizados por personas que con ellos llaman la atención para que la gente se reúna alrededor de ellos, y el organillero provisto de un monito o de un pajarito a los que utiliza para que saquen de un ánfora o recipiente un papelito que predice el futuro de quien paga una suma para ello.
NOTA: El último piano que llegué a ver fue el de propiedad de don Teodoro Pinday, un anciano que vivía en la calle Moore en una casa que estaba ubicada en lo que hoy es propiedad de don Manuel Andrés Herrera Farfán. Don Teodoro Pinday sentía cólera hacia los mozalbetes por el hecho de que éstos lo molestaban gritándole “manzanito” que era su apodo. En una ocasión fue defendido de la agresión de los muchachos por mi amigo Federico Ayón Talledo (“El Chino”) y desde ese instante, a manera de gratitud, don Teodoro se hizo amigo nuestro y frecuentemente nos permitía hacer uso de su piano y de una vihuela. Como al “Chino” era respetado por su habilidad para “las trompadas”, las agresiones a este anciano cesaron un tanto.
Todo esto fue por el año 1961, aproximadamente, y debo decir que manipular este desusado aparato nos causaba mucha alegría y nos produjo mucha pena cuando don Teodoro lo vendió.
La Huaca, 25 de junio del 2015.
[1] Alcalde durante 2 periodos: Del 1º de enero de 1899 al 31 de diciembre de 1900 y del 1º de enero de 1905 al 31 de diciembre de 1906.
[2] Alcalde en el periodo comprendido entre el 1º de enero de 1901 al 31 de diciembre de 1902.
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